viernes, 29 de enero de 2010

Mi elegía


Después de tanto tiempo, otra vez el calendario se enfría. Inevitablemente, el crudo invierno vuelve a dejarme sin fuerza alguna, mientras los copos de nieve, lentamente, se cristalizan sobre mi piel. Y con ello, los músculos, las arterias, las venas, los vasos capilares, los órganos, absolutamente todo se contrae contra un esqueleto que a penas es capaz de sostenerse por si mismo de tanto tiritar. Tan solo por las noches, arropada con una manta mi mente puede distorsionar la realidad acuciante de gélidos días y crear su propia, absurda e incoherente elegía.

Donde él está a mi lado, sin decir nada, nítido y claro y en cuanto cierro los ojos, se desdibuja, desaparece, se esfuma para luego volver cuando esta estúpida mente está al borde de las pesadillas para tararear una suave melodía compuesta para mecerme en los más dulces aromas de los más emblemáticos sueños que nunca jamás tube. Y me empapo de su olor, de sus caricias en mi piel, de todas las sonrisas que jamás me pertenecerán, de todo su ser al completo.


Y durante el tiempo que dura un latido, todo encaja y adquiere sentido por completo.